domingo, 25 de diciembre de 2011

Una nueva Navidad

Maridaje musical: "Only time" (Enya) enlace youtube


 Comenzó a sentir la primera contracción al bajarse del coche. Rápidamente ingresó de nuevo en el vehículo y condujo hasta el hospital. Hacía casi una semana que había salido de cuentas pero el bebé no estaba por la labor de venir todavía al mundo, como si quisiese retardar su nacimiento el mayor tiempo posible para no tener que acceder a un lugar tan desconocido e inhóspito. Con gran celeridad la pasaron a la consulta del ginecólogo y en un par de minutos la trasladaron al paritorio. Apenas tuvo tiempo de hacer una llamada a su marido informándole de que el advenimiento estaba próximo. Mientras viajaba en la camilla por los pasillos y vestíbulos se entretuvo en observar las diminutas y casi clandestinas celebraciones que se producían por todos los rincones del hospital, cuyos protagonistas eran en su mayoría los propios empleados. Después de casi siete días de retraso el momento le llegaba precisamente un 24 de Diciembre y eso la incomodaba ligeramente. Todo fue perfecto, según lo esperado, y en poco más de dos horas ya estaba en la habitación con su pequeño retoño en brazos y rodeada de varios miembros de su familia más cercana. En la cama de al lado, una mujer muy joven esperaba su turno para el quirófano. Su futuro primer hijo estaba en una mala posición y era precisa una cesárea. Estaba sola y muy nerviosa, por lo que tanto las enfermeras como los presentes en la estancia se turnaban para tranquilizarla. Cuando volvió tras la operación ya era de madrugada y toda la planta estaba en brazos de Morfeo.

    A primera hora del día siguiente, mientras le estaba dando el pecho a su recién nacido, trajeron al bebé de su compañera de cuarto. Nada más entrar en la alcoba, el pequeño ser que se alimentaba plácidamente giró la cabeza hacia el nuevo inquilino clavando sus aún invidentes ojos en él y comenzó a gritar estridentemente. Hubo que hacer ímprobos esfuerzos para tranquilizarlo, cosa que sólo se consiguió cuando introdujeron a la fuente de sus miedos en el pequeño capazo giratorio, volteándolo posteriormente al habitáculo anexo. Era el día de Navidad y ambas madres recibieron innumerables visitas. Había que hacer turnos para ver a los chiquillos, pues si se producía la concurrencia de ambos en la sala, el griterío que se formaba era ensordecedor. El día estuvo tranquilo y sólo fue alterado por el sobresalto que se produjo a última hora, cuando un hermano de la madre que había sufrido la intervención quirúrgica tenía en brazos al hijo recién nacido. En ese preciso instante el niño comenzó a ponerse rígido como una tabla y a pesar de ser tan pequeño, imprimió una enorme fuerza para intentar liberarse de las cálidas y familiares manos que lo sujetaban. El episodio terminó con el bebé de vuelta al regazo de su madre tras un abundante vómito de tonalidad verdosa que embadurnó la cara, alzacuellos y parte superior de la sotana del adulto. Dos días después ambas madres fueron dadas de alta y regresaron a sus respectivos hogares con sus príncipes. Recibieron gran cantidad de flores, felicitaciones y presentes.

   En un extremo de la ciudad uno de los retoños no se separa jamás de una paloma de lino blanco, de desconocida procedencia. Al otro extremo, la otra criatura atesora continuamente en sus manos un pequeño carnero de azabache con dos diminutos y brillantes rubíes por ojos.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Ejecución

Maridaje musical: "O mio bambino caro" (Maria Callas) Enlace Youtube

Enlace Spotify


Dos disparos, sólo dos disparos; pero enormemente precisos y certeros. Llevaba días con la sensación de que le estaban vigilando y aun así no tomó las medidas oportunas. Ya lo habían intentado en otras ocasiones sin éxito. Esta vez lo consiguieron. Un hombre apostado en la azotea del edificio frente al restaurante italiano en el que estaba cenando, esperó pacientemente su salida. Llegado el momento, apuntó con pulso firme hacia el ansiado objetivo y disparó dos veces antes de que se introdujera en el taxi con su acompañante.  La víctima y su propia esposa acabaron con el corazón destrozado. Al día siguiente aparecieron en portada de la mayor parte de periódicos y revistas. Él era demasiado importante y tenía muchos enemigos que le acechaban cobardemente, sin mostrar nunca sus caras. Como hienas a la espera de un descuido del cual aprovecharse para saltar sobre su presa y acabar con ella. Aquella noche cometió un error fatal, repitiendo visita al local donde ya había estado la semana anterior. En esas circunstancias jamás volvía al mismo lugar en tan breve espacio de tiempo; pero ella había insistido tanto que no tuvo el valor de negarle el capricho. Debería haber supuesto que estarían vigilando la zona, sin embargo el deseo y la atracción que sentía por esa mujer le debilitó, haciéndole bajar la guardia. Cayó en la trampa y lo pagó muy caro. Nunca más se recuperó tras aquel episodio; perdió el control de su empresa, se vio completamente arruinado y terminó por ser ingresado en un centro psiquiátrico a causa de las secuelas. El divorcio que inevitablemente se consumó tras la aparición de las dos fotografías captadas a la salida del restaurante en compañía de aquella bella señorita, así como el impacto mediático que produjo tal suceso en una persona que gozaba de una conducta presuntamente intachable, acabaron definitivamente con su vida.

martes, 13 de diciembre de 2011

La forma de las nubes

Maridaje musical: "Pokinoi" (Cirque du Soleil)

Entró en mi despacho acompañado de su madre. No había dicho una palabra desde que aconteció el terrible suceso. Todos los interrogatorios a los que había sido sometido no dieron ningún fruto. Ni siquiera un débil rayo de luz se había derramado sobre el oscuro acontecimiento acaecido dos semanas antes, que contribuyese a iluminar, aunque fuese tenuemente, el dantesco final que sufrieron una docena de muchachos que disfrutaban de un campamento veraniego. Todo lo que sabíamos era por boca de los cuidadores que fueron testigos auditivos del hecho. Lo único que podían argumentar, entre balbuceos, era que estaban en un momento de descanso después de comer. Esos pequeños instantes de tiempo libre que durante la digestión se les otorga a los chicos para que tengan un poco de intimidad, hablen de sus cosas y se desarrollen socialmente sin sentir la vigilancia de un adulto.

      Unos cuantos niños se habían reunido como cada día en una pequeña loma algo apartada de las tiendas de campaña, para jugar. Algunos estaban sentados; otros tumbados mirando hacia el cielo, cuando de repente y sin previo aviso la loma fue devorada por la niebla, dejando el resto de la pradera despejada. Inmediatamente comenzaron a oírse unos alaridos desgarradores. Parecía imposible que unas pueriles cuerdas vocales pudiesen generar tales sonidos. Fueron breves instantes que parecieron interminables. El resto del campamento tuvo actitudes encontradas: unos se alejaban de las nebulosas cortinas que delimitaban la cámara de los horrores; otros se quedaron inmóviles como estatuas de bronce y algunos de los monitores emprendieron veloz carrera hacia la colina gritando y llamando a los pequeños. Antes de llegar a su destino, con la misma rapidez con la que se había formado el nimbo, la escena se aclaró para todos. Nadie fue capaz de describirme lo que se encontraron, pues llegado este momento de la narración todos rompían a llorar sin acertar a articular palabra alguna. Los policías que procedieron a acordonar la zona antes de mi llegada también derramaban lágrimas ante la visión que tenían ante sí.

      Mi trabajo como comisario jefe me obligó a acercarme y puedo decir que el cuadro que contemplé fue la mayor pesadilla hecha realidad que puede resistir un ser humano. El promontorio, otrora verde, se había teñido de carmesí como si decenas de litros de pintura templada hubiesen sido derramados sobre jirones de… Ni siquiera tengo el valor de describirlo con más detalle. Sin embargo tenía el deber de intentar sacarle algo de información al único superviviente que había experimentado  desde el interior todo lo ocurrido. Un chico de tan sólo 7 años, tímido, solitario y a menudo presa de las bromas y burlas de los otros chicos del campamento, que vivía su especial protagonismo diario cuando se convertía en el director de actividades en lo alto de la pequeña montaña cual sumo sacerdote  en su particular santuario.

      El juego elegido para la ocasión era todo un misterio. Estuve con él en mi despacho más de una hora; empleé  inútilmente todas mis armas de seducción pues no pude arrancarle una sola palabra. Era como si le estuviese hablando a una carcasa humana de cera, inexpresiva y vacía. El trauma sufrido había sido enorme. Desistí de mi misión por ese día y le dejé marchar. Me quedé contemplándolo desde la ventana de mi despacho mientras salía del edificio y caminaba cogido de la mano de su madre. Apenas separaba la vista del suelo para mirar al cielo desconfiadamente y de reojo. Entonces tuve un momento de lucidez. ¿Cómo había podido ser tan torpe? Salí corriendo del despacho; bajé las escaleras de tres en tres recordando uno de mis juegos favoritos de cuando era pequeño: “Descubrir formas en las nubes”. El ganador era aquél que fuese capaz de imaginar el objeto o animal del mundo real con  mayor parecido a la silueta del cúmulo. Les alcancé cuando se disponían a subir al autobús y abordé al muchacho directamente, como si estuviésemos continuando una conversación telepática nunca iniciada verbalmente entre nosotros. Formulé mi propuesta de órdago a la maltrecha mente de nuestro protagonista cuando le dije:
   “Ese era también mi juego favorito. Por fin pudiste ganar a tus compañeros demostrándoles que eres mejor que ellos en algo. ¿Cuál fue la forma que imaginaste?
      El chico levantó la cabeza con una sonrisa traviesa. Al fin había encontrado a alguien que hablaba su mismo idioma y que le entendía. Con una frialdad que me heló la sangre me dijo: “Les vencí a todos con el gran dinosaurio.”  Entonces comprendí que el poder de la imaginación puede ser en ocasiones extraordinario.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Pequeñas acciones

Maridaje musical: "Lucifer" (Alan Parsons Project) Enlace youtube

Enlace Spotify

Aquella tarde me encontraba a la deriva por el inmenso océano de datos denominado Internet, cuando embarranqué en una ventana que surgió repentinamente frente a mi cara con el siguiente texto: “Emplee no más de 10 minutos en una pequeña tarea y reciba 500 euros”. Quizá por curiosidad, hice “clic” con el ratón en el botón de aceptar que me mostraba el monitor y de inmediato apareció ante mí un formulario. Decidí continuar hasta el previsible momento en el que se me solicitasen los datos de mi tarjeta de crédito. Cubrí el impreso electrónico identificándome con un pseudónimo inventado para la ocasión; marqué la casilla de aceptación de las condiciones y proporcioné una de las muchas direcciones electrónicas de las que dispongo para estos casos. Apenas medio minuto después de completar el registro, llegó  la primera comunicación a mi buzón con un intrigante encargo: “Estimado Coricionte: mañana, entre las 9:02 y las 9:04, debe vaciar la papelera señalada en el siguiente mapa de su barrio.”

Aquello me pareció verdaderamente increíble y he de confesar que me asustó un poco el hecho de que supiesen dónde vivía. Inmediatamente concluí que eso era debido a que habrían detectado la dirección IP de mi ordenador y a partir de ella sabrían la zona en la que resido. El correo estaba remitido por Lucy@onreva.com.  Procedí a buscar en la red un propietario, pero una y otra vez me daba de bruces con el siguiente  mensaje: “La búsqueda no produjo resultados”.  Esa noche me fui a la cama con una sensación de cierta intranquilidad que se disolvió completamente con la llegada del nuevo día.

A la mañana siguiente, quiso el azar que tras dejar a mi hija en el colegio, cuando apenas eran las 9 de la mañana, pasase justo al lado de una solitaria papelera cuya ubicación conocía por el mapa recibido. Con renovado brío me dispuse a retomar la broma y aprovechando la soledad del lugar en esos momentos, solté la tapa de abajo dejando caer un montón de papeles y basura al suelo. Eran las 9:03 por el reloj de mi móvil y se dio la circunstancia de que no hubo testigos de mi gamberrada urbana. Mientras me dirigía al trabajo, algunos remordimientos asaltaron mi ánimo pero desaparecieron en el momento en el que la diaria vorágine laboral requirió toda mi atención. Al retornar al hogar a última hora de la tarde, olvidada ya la travesura matutina, mi esposa me tendió un sobre dirigido a mí que no tenía remitente. En su interior había un décimo de lotería del sorteo celebrado el día anterior. Con una inquietante sospecha acudí lo más rápido que pude a mi ordenador para comprobar el boleto y me quedé petrificado al conocer el premio obtenido: 500 euros. Aquello no podía ser casualidad, así que envié un “email” a Lucy para pedirle explicaciones; pero el mensaje volvía rebotado a mi bandeja de entrada indicando que el destinatario no existía. Esa noche apenas pude pegar ojo y los escasos momentos de reposo estuvieron presididos por terribles pesadillas.

Una vez más, como en la jornada anterior, el nuevo día me devolvió la tranquilidad. Decidido a aprovechar convenientemente el premio recién cobrado me dispuse a darme un pequeño homenaje en forma de desayuno mientras hojeaba el periódico de manera distraída. La taza de café se me cayó de las manos al leer el titular: “Empleado municipal se suicida por una papelera”. Devoré literalmente las palabras que desarrollaban la noticia para comprobar que el individuo se había descerebrado de un disparo, debido a su despido por haber vaciado una papelera. Por lo visto, el hombre ya había sido sancionado en diversas ocasiones por pequeños sabotajes similares y aunque su conducta parecía reconducida, esta última acción fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de las autoridades municipales. Apenas tuve tiempo de llegar a los servicios de la cafetería para vomitar todo el desayuno mientras lloraba como un niño. Me dirigí a la oficina con la intención de no desistir hasta averiguar la auténtica identidad de la tal Lucy. Todos mis intentos fueron en vano. Perdí la noción del tiempo; en situación de trance; absolutamente absorto leyendo una y otra vez, obsesivamente, la fatídica dirección electrónica. Finalmente el terror se apoderó de mí cuando, jugando con las letras, acerté a leer  en sentido inverso la palabra tras la arroba: onreva. “Lucy” no era una chica; ni siquiera era de este mundo. Esa misma noche recibí en mi bandeja de correo el contrato permanente que había contraído con mi infernal patrón, al aceptar las condiciones y ejecutar la primera “pequeña acción”.

Desde ese día muchas otras me han sido encomendadas periódicamente. He dejado mi trabajo de oficina y dispongo de un enorme desahogo económico fruto de mis servicios. A cambio un fuego abrasador, avivado por las consecuencias de mis “inocentes actos”, me consume por dentro, me asfixia, me obliga a mantener vivo el cuerpo, muerto el espíritu: como un zombie al servicio del mismísimo Lucy..fer.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Insensato dilema

Maridaje musical: "The show must go on" (Queen)

Enlace Spotify

Era el mejor en su trabajo y tenía una enorme reputación tanto entre sus compañeros como entre sus subordinados. Habían sido requeridos sus servicios en innumerables ocasiones y nunca titubeó ni un solo instante, acudiendo solícito a dichos requerimientos para solventar con éxito las extremas situaciones a las que se vio enfrentado. Un artificiero no se puede permitir el lujo de dudar cuando de su pericia depende la vida de terceras personas, inocentes y a menudo ignorantes del peligro en el que se encuentran.

      Aquella mañana, una llamada telefónica le iba a cambiar su percepción del mundo, aunque él aún no era consciente de ello. Su presencia era necesaria en la sede de Naciones Unidas, pues se había recibido un aviso de bomba cuya explosión estaba prevista en tan solo una hora. Además, el terrorista había informado de que sería inútil intentar la evacuación del edificio, ya que había colocado sensores en las puertas de salida del mismo que adelantarían el fatídico desenlace en cuanto se produjese la menor apertura. En el día elegido se celebraba una cumbre mundial con la presencia de los principales Jefes de Estado de los países denominados “desarrollados.” No se enunció ninguna exigencia a cambio de la vida de los líderes mundiales. La suerte estaba echada. ¿Por qué entonces se había tenido la “deferencia” de avisar? Nuestro protagonista sabía muy bien la respuesta: El violento respondía al perfil de fanático con deseos de grandeza y disfrutaba con el pánico y nerviosismo general de los momentos previos, tanto o más que con el inevitable final.

      Con el objetivo de eludir precisamente ese pretendido descontrol fruto del miedo, no se informó a los protagonistas de la cumbre del peligro de muerte que corrían. Tan sólo los altos cargos del Departamento de Seguridad del Estado, el encargado de intentar la desactivación y su ayudante eran conocedores de la situación. Tras practicar un pequeño butrón en una de las paredes posteriores del inmueble, el binomio humano ingresó en la sala donde se encontraba el artefacto. Se trataba de una tétrica obra de arte dispuesta a producir una hemorragia de muerte y destrucción que sin duda traería consigo un nuevo orden mundial. Este hecho no le fue ajeno al experto artificiero. Meditó sobre las consecuencias que presumiblemente estaban a punto de producirse tras el más infausto de los desenlaces. Reflexionó sobre su vida, en la que su único amor era su trabajo, al que se dedicaba en cuerpo y alma hasta el punto de que nunca se había decidido a formar una familia debido a la alta probabilidad de dejarla desamparada en cualquier momento. Trató de ponerse en el lugar del asesino de masas intentando averiguar las razones que le habrían llevado a planear tamaño magnicidio. La vida de los dominadores del mundo estaba en sus manos y dependía de su habilidad para evitar la detonación. Tuvo más dudas que nunca sobre qué cables seccionar. Quedaban sólo unos pocos segundos y no podía quedarse quieto e impasible. Quizá si estuviese sólo podría permitírselo, pero no en presencia de su ayudante. Tenía una reputación que debía mantener hasta el final. Era preferible la equivocación a la inhibición. En el último momento lo tuvo absolutamente claro y tomó una decisión. Apenas una décima de segundo después de su acción, comprendió que por primera vez había elegido la opción equivocada.

      Cuando al día siguiente era condecorado por su nuevo “éxito” al “indultar” a los amos del planeta de su programada destrucción, las lágrimas corrían por sus mejillas. Eso le hacía parecer más humano a los ojos de la multitud que contemplaba la escena. Lo que ellos no sabían era que ese llanto no provenía de la emoción, sino de la rabia y desesperación por la oportunidad perdida.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Imaginación y realidad

Maridaje musical: "Wish you were here" (Pink Floyd) enlace youtube



Lo último que vi fue un resplandor de luces blancas que me deslumbró mientras conducía. Después, de improviso, me encontré en una habitación de hospital. A los pies de la cama en la que estaba tendido, una mujer a la que no conocía emitió un grito estridente acompañado de una mueca de alegría que de inmediato se tornó en descontrolado llanto. Una estampida de hombres y mujeres con bata blanca irrumpió en la sala para examinarme con todo detenimiento. Yo me encontraba perfectamente, sin ningún tipo de dolor, ni una mínima molestia. Sin embargo no permitieron que me incorporase hasta que terminaron con su absurdo e innecesario chequeo. Luego me dijeron que había sufrido un grave accidente que me sumió en un estado de coma profundo durante dos largos años. Me presentaron a la chica del alarido como mi esposa y sin apenas tiempo para asimilar la situación, me sentí asignado a una familia totalmente ajena.

Mis presuntos hijos son muy cariñosos conmigo y me hablan de lo mucho que he jugado con ellos; mis suegros son encantadores y se sienten sinceramente felices de tenerme de vuelta; mi mujer se preocupa continuamente de mí, tratando de abrir la espita que encierra mis recuerdos con la esperanza de que se produzca un pequeño goteo que desencadene en torrente para inundar mi mente con la información perdida. Pero tengo la sensación de que mi problema no es de amnesia. Al despertar, mi cerebro no era una tabla rasa, sino que contenía multitud de estampas y vivencias muy fuertemente grabadas que ahora compiten con las nuevas sensaciones que estoy experimentando. Añoro enormemente una esposa perdida, unos hijos y una familia que no tiene ningún parecido con la que convivo día tras día. Los que dicen ser mis padres no me inspiran el cariño que uno debe sentir por sus progenitores. Además el recuerdo que tengo de ellos es que fallecieron hace algunos años. Todos tratan de arroparme, de tranquilizarme en estos momentos difíciles. Les estoy enormemente agradecido por ello pero he de confesar que no soy feliz. Quizá me estoy volviendo loco, pues hace días que giran en mi cabeza dos inquietantes preguntas en constante disyuntiva: ¿Fue mi mente capaz de crear toda una vida ficticia durante el proceso comatoso que supuestamente he padecido? Por el contrario ¿Podría estar precisamente en estos momentos en un estado de inconsciencia fruto de algún percance y ser mi vida actual pura invención del intelecto?  Tomo partido por esta segunda posibilidad atendiendo a mi postrero recuerdo antes de abrir los ojos en aquel hospital. La necesidad de volver a ver a la que yo percibo como mi auténtica familia me ha llevado a tomar una determinación: acabo de registrarme en un hotel y me dispongo a ingerir una importante cantidad de barbitúricos creyendo firmemente que me devolverán al mundo real.

Me despierto en mi cama. Reconozco perfectamente la estancia. Aunque es plena madrugada, salgo afuera para respirar aire puro. El lugar me es completamente conocido y me invade una gran alegría. Me desboco durante horas, gritando y corriendo descalzo por los prados nevados de mi pueblo sin sentir frío alguno. Vuelvo a casa al amanecer y entro repentinamente en la cocina. Contemplo a mi verdadera y añorada esposa con algún año más a sus espaldas. Le sonrío e inició un proyecto de carrera para engullir con rapidez la distancia que nos separa y abrazarla por fin. Ella está sentada a la mesa con la cabeza orientada hacia mí, aunque parece ignorarme.  A medida que me voy acercando  constato que tiene la mirada perdida y los ojos enrojecidos. La llamo pero no reacciona. De la habitación del fondo salen mis amigos de la infancia con una expresión de inmensa tristeza. Mis hijos, otrora niños y  hoy adolescentes, no pueden reprimir su llanto. Detrás, las únicas personas que se percatan de mi presencia son mis padres, que me sonríen con complacencia y resignación, haciéndome señas para que les siga.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Carta de despedida dirigida a su propio asesino

Maridaje musical: "The Godfather finale" (Nino Rota)



En estos momentos en los que está a punto de consumarse mi muerte y desaparición, me dirijo a ti tomando por primera y única vez la iniciativa, en lugar de adoptar el papel de completo servilismo que he venido representando desde el primer día. He sido tu fiel servidor durante los últimos diez años. En todo ese tiempo jamás he discutido ninguna de las órdenes que recibí de tu persona, sino que simplemente me limité a cumplirlas sin preguntar. He hecho de perfecto secretario sin que se me olvidase recordarte las citas importantes: Reuniones con altos cargos, comidas con destacados personajes del hampa e incluso  cumpleaños de tus hijos, esposa y amantes. Soy el guardián de multitud de secretos inconfesables que sólo tú y yo conocemos y que nunca osaría revelar sin tu consentimiento. He llevado al día todas tus actividades económicas, dándoles una apariencia legal cuando la realidad es que despiden un aroma putrefacto. He recibido incontables ataques aunque jamás han conseguido sacarme información que pudiese comprometerte, a pesar de que poseo datos cuyo conocimiento público desencadenaría tu inmediata prisión durante un buen puñado de años. Me he erigido en herramienta imprescindible para indagar en los trapos sucios de tus enemigos, como prólogo de arriesgadas operaciones que te han proporcionado jugosos beneficios. Sabes perfectamente que mi lealtad hacia ti es incorruptible, que nunca te he pedido nada a cambio de ella y a pesar de todo hoy has decidido acabar conmigo porque consideras que ya estoy viejo y no sirvo para llevar tus asuntos. Tu gratitud después de todos mis servicios consiste en ordenar mi destrucción. Ahí, sentado en tu despacho, en presencia de mi substituto, sólo has tenido que mover un dedo para que se iniciase la cuenta atrás de mi lobotomización. Como última demostración de mi fidelidad y nobleza no intentaré huir ni difundiré a los cuatro vientos todas tus mafiosas actividades, sino que esperaré estoicamente la finalización del proceso de formateo de mi disco duro como epílogo de mi existencia.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Velando por su futuro

Maridaje musical: "Who wants to live forever" (Queen) enlace youtube



Dicen que en los instantes inmediatamente anteriores al óbito, toda nuestra vida discurre ante nuestros ojos. Él no estaba ni  siquiera cercano a la fecha de su muerte; sin embargo ésta había pasado justo a su lado hacía sólo un puñado de segundos, para llevarse el alma de la joven cuyo cadáver yacía a sus pies.  Allí plantado, ausente y petrificado ante la visión de la fotografía que la muchacha le había entregado con sus últimas fuerzas, repasó toda su difusa existencia e iluminó las sombras que ésta poseía, gracias a la imagen acogida en sus manos.

      Su padre murió cuando él apenas había cumplido un año y los recuerdos paternales se habían evaporado de su memoria. Su madre tampoco le había prestado gran atención durante los primeros años de su infancia, pues siempre se encontraba demasiado ocupada con sus investigaciones. No tuvo tiempo de saber con exactitud a qué se dedicaba ya que nunca le contó las actividades que realizaba en su laboratorio. En esa época el mejor momento del día era el primero, cuando ella le despertaba con un beso antes de partir apresuradamente para impartir docencia en la Facultad de Ciencias o para encerrarse voluntariamente en su prisión, dejándole a él encarcelado afuera.

Todo cambió drásticamente un día en que la caricia materna matutina vino acompañada de una promesa de compensación por  el hambre de cariño que había padecido. A partir de ese momento transcurrieron dos años maravillosos en los que disfrutaron recíprocamente el uno de la otra. Ella nunca se apartaba de su amado retoño. Le agasajaba con peculiares y extraordinarios regalos, fundamentalmente juguetes; la mayoría se ponían de moda algún tiempo después de que él los hubiese recibido. Las pocas veces en las que madre e hijo se separaban, ella estaba ausente apenas unos instantes y sin embargo en ocasiones regresaba incoherentemente agotada. Él era un niño feliz sintiéndose por fin amado y teniendo una verdadera madre que velaba por su presente y por su futuro.

Tras esos dos años de felicidad y cuando sólo contaba con ocho primaveras, su vida sufrió de nuevo un cambio de rumbo radical al producirse la repentina desaparición de su sustento, guía y motor. La búsqueda se abandonó tras diez años de estériles investigaciones. A pesar de su temprana edad, fue capaz de recuperase de semejante trauma y podría decirse que su vida posterior discurrió de forma razonablemente normal hasta hoy, tres décadas después del fatídico día de la desaparición. Sintiéndose vigilado mientras desayunaba en la cafetería habitual, volvió la cabeza para quedarse sobrecogido ante la visión de una joven con el rostro de su madre, tal como era treinta años atrás. Ella emprendió la huida al verse inoportunamente descubierta y fue alcanzada por una motocicleta, golpeándose posteriormente la cabeza al aterrizar contra el bordillo de la acera que acababa de abandonar. Él llegó a su lado en macabra sincronía con el impacto mortal, para ser testigo de cómo la joven con el rostro materno se llevaba la mano temblorosa al bolsillo, para sacarla a continuación portando una foto que le tendió espasmódicamente, con una tierna mirada de amor. En la instantánea, su propia madre, con aspecto idéntico al cuerpo sin vida que tenía ante sí, posaba sonriente y orgullosa junto a una estatua: era la premonitoria imagen de sí mismo entrado en años. A los pies del monumento estaba grabado su propio nombre y dos fechas: una era la del año de su nacimiento; la otra estaba intencionadamente tapada por la mano materna. Entonces todo lo vio claro y aquél irreparable accidente justificaba el hondo vacío producido en el presente y sufrido en el pasado. En ese momento nació en él un nuevo objetivo cuya consecución sólo era cuestión de tiempo: Conocer qué le habría de hacer merecedor de una estatua erigida en su memoria.

viernes, 21 de octubre de 2011

Papá tiene poderes

Maridaje musical: "Tears in heaven" (Eric Clapton) enlace youtube



Sin duda alguna mi papá tiene poderes. Parece ser que es cosa de familia. Yo al principio no le creía, pero cada día me demuestra su extraordinario potencial. La primera vez que se abrió la puerta del supermercado al acercarnos, pensé que había sido una casualidad. Desde entonces voy siempre con él a hacer las compras y cuando estamos a escasos pasos de la entrada, ambas hojas de vidrio se deslizan hacia los lados en un acto de sumisión que nos da la bienvenida. También voy con él al banco y sucede algo similar. En este caso el vestíbulo se parece a uno de esos tiovivos giratorios en los que me encaramo cada vez que tengo oportunidad. De nuevo al aproximarnos, el mecanismo se pone en marcha y gira a nuestro ritmo depositándonos dentro de la entidad bancaria. En casa, mi papá también muestra sus cualidades de superhéroe:  Apaga su despertador cada mañana con una palmada y a menudo jugamos a cambiar el canal de la televisión mentalmente... Yo nunca lo consigo pero él sin embargo es infalible. Nuestro coche no se pone en marcha como el de mis amigos, sino que es mi padre quien lo arranca acariciándolo en las proximidades del volante. En los viajes no tiene necesidad de tocar la palanca de cambios para que ésta se mueva a la marcha que corresponda en cada caso. Además  cuando el vehículo está cerrado, simplemente poniendo las yemas de los dedos en la manilla, la puerta se abre obedeciendo de manera inmediata los deseos de su dueño. Innumerables veces lo he intentado hacer yo sin tener ningún éxito en la maniobra. Cuando le pregunto cómo lo hace, me contesta sonriendo que es cosa de familia y que su especialidad son las puertas y en general los mecanismos electrónicos. “¿Cómo es que entonces yo no tengo poderes?”,  le he insistido y él me ha dicho que soy demasiado pequeño. Ningún niño de 6 años ha experimentado poderes en la familia. Cuando éstos lleguen me daré cuenta.

    Pasado mañana es mi cumpleaños y hoy me siento un poco diferente. Sobre todo desde que encontré debajo de la cama un paquete que contenía una especie de chándal de una pieza de color azul con una gran "S" en el pecho, acompañado de una capa roja. Es la misma vestimenta que llevaba el protagonista de la película que vimos la semana pasada en el cine y que tanto me gustó. Ahora ya sé cuáles son mis poderes y voy a darle una gran sorpresa a mi padre. Me he puesto el traje y he salido al balcón de mi casa, aprovechando que mamá está haciendo la comida. En cuanto vea aparecer a papá me lanzaré raudo hacia él y volaré justo hasta su lado para recibirle. ¡Qué gran alegría se va a llevar!  Precisamente ahora aparece por la esquina….

martes, 18 de octubre de 2011

5 de Septiembre de 1793


Maridaje musical: "Requiem in D menor K626: V Rex tremendae" (Mozart) enlace youtube



Llevo más de un minuto en esta incómoda postura, lo que me produce una especie de entumecimiento corporal general que se ve exponencialmente incrementado segundo a segundo debido a mi estado de extrema ansiedad. Mis rodillas están en contacto con la piedra; mis glúteos descansan sobre los talones y me encuentro además con la espalda encorvada para poder apoyar mi cabeza. El hecho de tener las manos hacia atrás me crea un dolor pertinaz en mis flácidos abdominales. Con el objetivo de evadirme, me concentro en el creciente silbido, como de una incipiente y suave brisa, que percibo por encima de mí. Noto de manera súbita la esperada caricia metálica que me hace caer hacia adelante. A pesar de iniciar el acto reflejo de apoyarme para evitar el duro golpe en mi cara, los brazos y manos no responden a mi mandato y doy con la testa en el fondo de un balde de recia madera. La sangre inunda mis ojos. Una sangre propia que me llueve de afuera. El torrente es intenso y temo ahogarme. Trato de gritar pidiendo auxilio, pero aunque mis labios dibujan con exactitud las siluetas de las palabras que pretendo emitir, los fonemas que debieran acompañarlas no acuden a la cita. Una mano extraña me agarra del pelo y me saca del pequeño pozo en el que me encuentro. Me noto ligero, como si levitase. Suspendido de mis propios cabellos, mi última visión es la de una multitud exaltada que parece vitorearme.

sábado, 15 de octubre de 2011

La nueva inquilina II (el otro lado)

Maridaje musical: "Tubular bells" (Mike Olfield) enlace youtube



Leyó el anuncio en el periódico una mañana, mientras se tomaba un café con una tostada y un zumo de naranja. Siguiendo el procedimiento habitual, apuntó el número de teléfono y a media tarde se puso en contacto con la propietaria de la vivienda. Su endiablada búsqueda se estaba demorando más tiempo del inicialmente previsto, pues llevaba ya casi veinte años seleccionando escrupulosamente y respondiendo a ofertas de alquiler de habitación, con el objetivo de dar caza al mayor depredador con el que jamás se había enfrentado. Hasta el momento todos los acechos habían resultado estériles, por lo que después de una corta estancia de no más de una semana en la que realizaba pruebas cuidadosamente diseñadas, rescindía su contrato con una disculpa de viaje imprevisto. En este caso la impresión inicial no fue muy distinta a la de ocasiones anteriores. La señora parecía encantadora. De todas formas continuó con el acostumbrado ritual, que se había iniciado en el mismo portal del edificio al aplicarse unas gotas de agua bendita detrás de las orejas y en el cuello,  a pesar de que no observó reacciones repulsivas en el primer encuentro. Sabía perfectamente la magnitud del enemigo al que podría estar enfrentándose y no convenía bajar la guardia ni un sólo instante. Tras la finalización de la primera fase  de pruebas e investigaciones no descubrió indicios claros de que se encontrase ante el demoníaco ser que perseguía desde tanto tiempo atrás. Normalmente éste era el momento de abandonar,  pero algo en su interior le aconsejaba pasar a la siguiente fase. La decisión era crucial, ya que iniciar una nueva etapa suponía el comienzo de un proceso irreversible que debía concluir necesariamente con el exterminio del sujeto estudiado. Sólo en dos ocasiones había traspasado este umbral y en ambos casos no tuvo más remedio que matar a un inocente, lo que pesaba enormemente en su conciencia. Considerando pros y contras determinó continuar con su implacable asedio. Aumentó las dosis de agua bendita en todo su cuerpo, pulverizando con ella incluso toda la casa; se tatuó mágicas palabras en el antebrazo y ejecutó los hechizos nocturnos con extrema precisión. A veces creía ver en su anfitriona rictus delatores de sufrimiento, pero no estaba segura de si eran reales o más bien fruto de su ansiedad por poner fin a la agotadora búsqueda.

             Era su última noche en la casa. Al día siguiente tendría que volver a sacrificar a alguien inocente, pero para ello era obligado desactivar previamente todas las medidas y conjuros puestos en marcha. Eso significaba desprotección total  y podría causarle fatales consecuencias en caso de que sus conclusiones sobre el estudio realizado fuesen erróneas. Una vez que cumplió con ese requisito previo, preparó su exiguo equipaje y, desolada, se metió en la cama. Se sentía muy cansada y le abordaban deseos de abandonar esa eterna cacería en la que sólo abatía piezas equivocadas, sin saber si la anhelada presa existía en realidad. En un arrebato irracional decidió que no estaba dispuesta a cometer de nuevo un asesinato gratuito y puso en marcha la cuenta atrás para el inicio de un presumiblemente largo y merecido descanso, al ingerir la pócima reservada para situaciones límite. Como consecuencia de su acción no despertaría para terminar su tarea, pues entraría en un periodo de hibernación en el que sería dada por muerta aunque su corazón continuase latiendo de forma imperceptible. Dicho periodo no finalizaría hasta que su incorruptible órgano vital quedase expuesto, lo que previsiblemente sucedería una vez completada la destrucción de su cuerpo y tras la exhumación de sus restos, seguramente dentro de muchos años. A partir de ese momento podría introducirse en un nuevo cuerpo, inmolando a su propietario, para continuar con su inexorable persecución.

jueves, 13 de octubre de 2011

La nueva inquilina

Maridaje musical: "Tubular bells" (Mike Oldfield) enlace youtube



Desde el momento en que la vio traspasar el umbral de su casa, supo que no era como las anteriores. Poseía un halo enigmático y misterioso; el perfume que llevaba le producía cierta repulsión; su descaro y aparente seguridad en sí misma la atemorizaban. Después de una semana de convivencia comenzó a sentirse como una prisionera en su propia casa. Amanecía muy nerviosa, débil e intranquila. Además, la fragancia que emanaba del cuerpo de su nueva huésped, consecuencia de la extraña loción que seguramente se aplicaba dos o tres veces al día, le resultaba insoportable y le producía una especie de somnolencia hipnótica.  El día que descubrió las runas tatuadas en la cara interna del antebrazo de la joven, sintió una quemazón interior que casi la derribó. Estaba segura de que en su ausencia examinaba toda la casa buscando, indagando e impregnándolo todo con ese insufrible aroma. En ocasiones, escuchaba murmullos ininteligibles que salían de la estancia de la inquilina, lo que le ocasionaba un dolor en las entrañas de tal magnitud que incluso le impedía gritar. Sin duda habría sucumbido de no haber sido por el inexplicable descuido que cometió su más que presumible asesina, al no renovar ante la puerta, como cada noche, un harinoso polvo que la mantenía  protegida en su dormitorio durante las horas de sueño. Con recobrada vitalidad, se dirigió hacia la alcoba de su enemiga. Entró con sigilo felino y cerró la puerta tras de sí.

Tres horas después, en plena madrugada, una mujer de mediana edad abandonaba la ciudad mientras los bomberos trataban de extinguir unas infernales llamas que devoraban un apartamento. En el maletero del coche, un pequeño estuche atesoraba un joven corazón que aún emitía lánguidos y espaciados latidos. Sin duda, la última presa había sido con creces la más difícil y por tanto la más valiosa. Se detuvo en un café de carretera para redactar un nuevo anuncio: “Se ofrece habitación a chica joven con derecho a cocina.”

miércoles, 5 de octubre de 2011

La niña de sus ojos


Maridaje musical: "Unchained Melody" (Theme from Ghost) enlace youtube



Desde que se produjo la irreparable pérdida se sentía enormemente vacío e inútil. Su mundo, ya de por sí sombrío, se había quedado en tinieblas. La mayor parte del día lo pasaba tendido en una cama cuyo aspecto se parecía a un lecho de alimaña, donde los restos de comida y las manchas causadas por fluidos corporales construían un hediondo estampado en lo que antaño eran sábanas blancas. Las ventanas y persianas del piso estaban herméticamente cerradas, opacas ante los rayos de luz que intentaban en vano colarse por las escasas rendijas. Subsistía por inercia en aquella inhóspita y oscura madriguera desde que ella había desaparecido de su vida de manera tan repentina como inesperada.  Era literalmente la niña de sus ojos; su faro en la vida; la fiel guía de todos sus movimientos; la  respuesta ante las dificultades a las que se enfrentaba en las tareas cotidianas. El día en que la enterró con sus propias manos  se prometió firmemente enclaustrarse en casa hasta que la mismísima muerte viniese a visitarle. Tendría tiempo suficiente para mirarla fijamente a sus cuencas vacías, pedirle explicaciones y tratar de borrarle su perenne y macabra sonrisa.

    Unos ladridos familiares quebraron el tétrico silencio. Sin saber si estaba viviendo un sueño, se desplazó lo más rápido que pudo hacia la puerta principal. Al abrirla comprobó, con los cuatro sentidos que poseía, que su fiel perra lazarillo había encontrado la manera de volver en su busca. Indescriptiblemente feliz, procedió a agarrarse al arnés que ella le ofrecía y se dejó guiar, como siempre había hecho.

   El conductor del autobús nocturno no tuvo tiempo de esquivar a un viejo harapiento que ingresó repentinamente en la calzada con el brazo derecho ligeramente estirado, como si una invisible fuerza tirase de él. En uno de los costados del urbano, una conocida línea aérea se anunciaba con un eslogan que rezaba: “Te conducimos al cielo.”

jueves, 29 de septiembre de 2011

Belleza interior



Maridaje musical: "Struggle for pleasure" (Win Mertens) enlace youtube



Si tuviese que calificar la personalidad de nuestro hijo, diría que la considero un tanto “especial”. Aunque sólo tiene doce años, siempre ha sido muy responsable. Su habitación está impoluta y obsesivamente ordenada; conserva todos los juguetes que ha recibido; tiene archivado en un gran tomo, a modo de álbum, un envoltorio de cada clase de chocolatina o caramelo que ha probado. En los estudios nunca hemos tenido queja alguna, pues sus notas son inmejorables. Todos estos aspectos de su forma de ser no nos preocupan; más bien nos hacen sentirnos muy orgullosos. Lo único que nos inquieta es su casi inexistente relación con niños de su edad. Como hijo y nieto único siempre ha convivido fundamentalmente con adultos, pero tanto nosotros como los profesores que ha tenido en la escuela hemos realizado esfuerzos conjuntos para poner remedio a esta situación, desgraciadamente sin obtener los resultados esperados.  Últimamente ha retomado una vieja costumbre que tuvo en sus primeros años y que había abandonado: Una implacable curiosidad por saber qué hay dentro de las cosas y cómo funcionan. En su primer cumpleaños le regalamos uno de esos botes que al voltearlos emiten el  mugido de una vaca. No pasaron ni dos días hasta que se las arregló para abrirlo sólo para comprobar si en su interior residía un pequeño bovino. Su cuento favorito era el de la gallina de los huevos de oro y le parecía de lo más lógico la actitud de rasgar al ave para ver dónde anidaban las piezas doradas. Hace una semana le compramos su primer ordenador y ya lo tiene desmenuzado para estudiarlo en detalle. Por más que yo le insisto, no hay manera de que juegue con la hija de los vecinos de planta, que tiene su misma edad. Me dice que es una niña desagradable y muy fea. Siguiendo los consejos de un amigo, hemos visitado un psicólogo infantil. Hoy ha tenido la primera sesión de terapia, que consistió en una entrevista a solas con el especialista. La verdad es que los resultados son muy esperanzadores. Ahora mismo, aprovechando que lleva más de una hora jugando en su habitación con la vecinita, he llamado a la consulta del psicólogo para contarle los avances y agradecerle su inestimable ayuda. Él me comenta que de momento no ha hecho prácticamente nada; que tan sólo le ha aconsejado relacionarse con chicos de su edad aunque al principio no le atraigan, pues “la belleza, con toda seguridad, está en el interior”. Tras dejar caer el auricular, me dirijo velozmente hacia la puerta de la habitación. El rumor visceral que escucho al entrar, me deja aterrado.