sábado, 15 de octubre de 2011

La nueva inquilina II (el otro lado)

Maridaje musical: "Tubular bells" (Mike Olfield) enlace youtube



Leyó el anuncio en el periódico una mañana, mientras se tomaba un café con una tostada y un zumo de naranja. Siguiendo el procedimiento habitual, apuntó el número de teléfono y a media tarde se puso en contacto con la propietaria de la vivienda. Su endiablada búsqueda se estaba demorando más tiempo del inicialmente previsto, pues llevaba ya casi veinte años seleccionando escrupulosamente y respondiendo a ofertas de alquiler de habitación, con el objetivo de dar caza al mayor depredador con el que jamás se había enfrentado. Hasta el momento todos los acechos habían resultado estériles, por lo que después de una corta estancia de no más de una semana en la que realizaba pruebas cuidadosamente diseñadas, rescindía su contrato con una disculpa de viaje imprevisto. En este caso la impresión inicial no fue muy distinta a la de ocasiones anteriores. La señora parecía encantadora. De todas formas continuó con el acostumbrado ritual, que se había iniciado en el mismo portal del edificio al aplicarse unas gotas de agua bendita detrás de las orejas y en el cuello,  a pesar de que no observó reacciones repulsivas en el primer encuentro. Sabía perfectamente la magnitud del enemigo al que podría estar enfrentándose y no convenía bajar la guardia ni un sólo instante. Tras la finalización de la primera fase  de pruebas e investigaciones no descubrió indicios claros de que se encontrase ante el demoníaco ser que perseguía desde tanto tiempo atrás. Normalmente éste era el momento de abandonar,  pero algo en su interior le aconsejaba pasar a la siguiente fase. La decisión era crucial, ya que iniciar una nueva etapa suponía el comienzo de un proceso irreversible que debía concluir necesariamente con el exterminio del sujeto estudiado. Sólo en dos ocasiones había traspasado este umbral y en ambos casos no tuvo más remedio que matar a un inocente, lo que pesaba enormemente en su conciencia. Considerando pros y contras determinó continuar con su implacable asedio. Aumentó las dosis de agua bendita en todo su cuerpo, pulverizando con ella incluso toda la casa; se tatuó mágicas palabras en el antebrazo y ejecutó los hechizos nocturnos con extrema precisión. A veces creía ver en su anfitriona rictus delatores de sufrimiento, pero no estaba segura de si eran reales o más bien fruto de su ansiedad por poner fin a la agotadora búsqueda.

             Era su última noche en la casa. Al día siguiente tendría que volver a sacrificar a alguien inocente, pero para ello era obligado desactivar previamente todas las medidas y conjuros puestos en marcha. Eso significaba desprotección total  y podría causarle fatales consecuencias en caso de que sus conclusiones sobre el estudio realizado fuesen erróneas. Una vez que cumplió con ese requisito previo, preparó su exiguo equipaje y, desolada, se metió en la cama. Se sentía muy cansada y le abordaban deseos de abandonar esa eterna cacería en la que sólo abatía piezas equivocadas, sin saber si la anhelada presa existía en realidad. En un arrebato irracional decidió que no estaba dispuesta a cometer de nuevo un asesinato gratuito y puso en marcha la cuenta atrás para el inicio de un presumiblemente largo y merecido descanso, al ingerir la pócima reservada para situaciones límite. Como consecuencia de su acción no despertaría para terminar su tarea, pues entraría en un periodo de hibernación en el que sería dada por muerta aunque su corazón continuase latiendo de forma imperceptible. Dicho periodo no finalizaría hasta que su incorruptible órgano vital quedase expuesto, lo que previsiblemente sucedería una vez completada la destrucción de su cuerpo y tras la exhumación de sus restos, seguramente dentro de muchos años. A partir de ese momento podría introducirse en un nuevo cuerpo, inmolando a su propietario, para continuar con su inexorable persecución.

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