martes, 18 de octubre de 2011

5 de Septiembre de 1793


Maridaje musical: "Requiem in D menor K626: V Rex tremendae" (Mozart) enlace youtube



Llevo más de un minuto en esta incómoda postura, lo que me produce una especie de entumecimiento corporal general que se ve exponencialmente incrementado segundo a segundo debido a mi estado de extrema ansiedad. Mis rodillas están en contacto con la piedra; mis glúteos descansan sobre los talones y me encuentro además con la espalda encorvada para poder apoyar mi cabeza. El hecho de tener las manos hacia atrás me crea un dolor pertinaz en mis flácidos abdominales. Con el objetivo de evadirme, me concentro en el creciente silbido, como de una incipiente y suave brisa, que percibo por encima de mí. Noto de manera súbita la esperada caricia metálica que me hace caer hacia adelante. A pesar de iniciar el acto reflejo de apoyarme para evitar el duro golpe en mi cara, los brazos y manos no responden a mi mandato y doy con la testa en el fondo de un balde de recia madera. La sangre inunda mis ojos. Una sangre propia que me llueve de afuera. El torrente es intenso y temo ahogarme. Trato de gritar pidiendo auxilio, pero aunque mis labios dibujan con exactitud las siluetas de las palabras que pretendo emitir, los fonemas que debieran acompañarlas no acuden a la cita. Una mano extraña me agarra del pelo y me saca del pequeño pozo en el que me encuentro. Me noto ligero, como si levitase. Suspendido de mis propios cabellos, mi última visión es la de una multitud exaltada que parece vitorearme.

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