Maridaje musical: "Wish you were here" (Pink Floyd) enlace youtube
Lo último que vi fue un resplandor de luces blancas que me deslumbró mientras conducía. Después, de improviso, me encontré en una habitación de hospital. A los pies de la cama en la que estaba tendido, una mujer a la que no conocía emitió un grito estridente acompañado de una mueca de alegría que de inmediato se tornó en descontrolado llanto. Una estampida de hombres y mujeres con bata blanca irrumpió en la sala para examinarme con todo detenimiento. Yo me encontraba perfectamente, sin ningún tipo de dolor, ni una mínima molestia. Sin embargo no permitieron que me incorporase hasta que terminaron con su absurdo e innecesario chequeo. Luego me dijeron que había sufrido un grave accidente que me sumió en un estado de coma profundo durante dos largos años. Me presentaron a la chica del alarido como mi esposa y sin apenas tiempo para asimilar la situación, me sentí asignado a una familia totalmente ajena.
Lo último que vi fue un resplandor de luces blancas que me deslumbró mientras conducía. Después, de improviso, me encontré en una habitación de hospital. A los pies de la cama en la que estaba tendido, una mujer a la que no conocía emitió un grito estridente acompañado de una mueca de alegría que de inmediato se tornó en descontrolado llanto. Una estampida de hombres y mujeres con bata blanca irrumpió en la sala para examinarme con todo detenimiento. Yo me encontraba perfectamente, sin ningún tipo de dolor, ni una mínima molestia. Sin embargo no permitieron que me incorporase hasta que terminaron con su absurdo e innecesario chequeo. Luego me dijeron que había sufrido un grave accidente que me sumió en un estado de coma profundo durante dos largos años. Me presentaron a la chica del alarido como mi esposa y sin apenas tiempo para asimilar la situación, me sentí asignado a una familia totalmente ajena.
Mis presuntos hijos son muy cariñosos conmigo y me hablan de lo mucho que he jugado con ellos; mis suegros son encantadores y se sienten sinceramente felices de tenerme de vuelta; mi mujer se preocupa continuamente de mí, tratando de abrir la espita que encierra mis recuerdos con la esperanza de que se produzca un pequeño goteo que desencadene en torrente para inundar mi mente con la información perdida. Pero tengo la sensación de que mi problema no es de amnesia. Al despertar, mi cerebro no era una tabla rasa, sino que contenía multitud de estampas y vivencias muy fuertemente grabadas que ahora compiten con las nuevas sensaciones que estoy experimentando. Añoro enormemente una esposa perdida, unos hijos y una familia que no tiene ningún parecido con la que convivo día tras día. Los que dicen ser mis padres no me inspiran el cariño que uno debe sentir por sus progenitores. Además el recuerdo que tengo de ellos es que fallecieron hace algunos años. Todos tratan de arroparme, de tranquilizarme en estos momentos difíciles. Les estoy enormemente agradecido por ello pero he de confesar que no soy feliz. Quizá me estoy volviendo loco, pues hace días que giran en mi cabeza dos inquietantes preguntas en constante disyuntiva: ¿Fue mi mente capaz de crear toda una vida ficticia durante el proceso comatoso que supuestamente he padecido? Por el contrario ¿Podría estar precisamente en estos momentos en un estado de inconsciencia fruto de algún percance y ser mi vida actual pura invención del intelecto? Tomo partido por esta segunda posibilidad atendiendo a mi postrero recuerdo antes de abrir los ojos en aquel hospital. La necesidad de volver a ver a la que yo percibo como mi auténtica familia me ha llevado a tomar una determinación: acabo de registrarme en un hotel y me dispongo a ingerir una importante cantidad de barbitúricos creyendo firmemente que me devolverán al mundo real.
Me despierto en mi cama. Reconozco perfectamente la estancia. Aunque es plena madrugada, salgo afuera para respirar aire puro. El lugar me es completamente conocido y me invade una gran alegría. Me desboco durante horas, gritando y corriendo descalzo por los prados nevados de mi pueblo sin sentir frío alguno. Vuelvo a casa al amanecer y entro repentinamente en la cocina. Contemplo a mi verdadera y añorada esposa con algún año más a sus espaldas. Le sonrío e inició un proyecto de carrera para engullir con rapidez la distancia que nos separa y abrazarla por fin. Ella está sentada a la mesa con la cabeza orientada hacia mí, aunque parece ignorarme. A medida que me voy acercando constato que tiene la mirada perdida y los ojos enrojecidos. La llamo pero no reacciona. De la habitación del fondo salen mis amigos de la infancia con una expresión de inmensa tristeza. Mis hijos, otrora niños y hoy adolescentes, no pueden reprimir su llanto. Detrás, las únicas personas que se percatan de mi presencia son mis padres, que me sonríen con complacencia y resignación, haciéndome señas para que les siga.
Genial Cesar, eres pura imaginación y la hilas muy bien; me encantó este último y me dió que pensar. Ánimo y a seguir, seguiremos disfrutándote. Kety
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