viernes, 3 de enero de 2014

Relación que hace aguas

Maridaje musical: Amor de loca juventud (Buena vista social club) enlace youtube

 



Recuerdo perfectamente el día en el que mi pareja comenzó a dejar de quererme; el preciso instante en el que se resquebrajó nuestro amor. Yo en ese momento no fui consciente de ello.
Nos encontrábamos en casa, preparándonos para ir a cenar fuera con unos amigos, cuando quise entrar en el baño. Mi mujer estaba dentro y no me dejó pasar con la disculpa de que estaba cagando.
- ¡Ah!, ¡perdona! – dije yo.
Y esperé a que terminase.
Cuando por fin fue mi turno, comprobé en mis propias narices que en efecto, no me había mentido. ¡Ese fue el principio del fin!
En todos nuestros años juntos nunca había ocurrido tal cosa y tanto ella como yo campábamos a nuestras anchas por el baño, aunque el otro estuviese sentado en la taza del váter haciendo fuerza. Lo compartíamos todo, hasta esos íntimos instantes, si se daba el caso.
Quizá esto os provoque risa. Pero para mí es muy duro y no me causa la menor gracia. 
¡Escuchad bien lo que os digo! ¿Cuál creéis que es el momento más íntimo, más personal, más profundamente solitario de cualquier animal? ¿Cuál?, ¡decidme!…¿Cuál...?  
        Yo os lo diré: ¡Cuando está cagando!
       ¿No me creéis?  ¿Habéis visto la cara de un perro en ese momento? ¿Os habéis fijado en cómo mira? ¿Habéis reparado en su expresión de total indefensión y vulnerabilidad? Si no habéis caído en ello…, fijaos la próxima vez y lo entenderéis.
     ¿Y qué me decís de nuestra actitud en los baños públicos cuando alguien entra y estamos cagando? ¡Vamos, Confesad! ¡Todos hacemos lo mismo! Nos quedamos inmóviles y guardamos un absoluto silencio para que el “intruso” crea que no hay nadie, mientras deseamos con todas nuestras fuerzas que no intente abrir la puerta de nuestra cabina. Incluso si lo intenta, pensamos en no contestar y si finalmente lo hacemos, decimos muy rápido y de forma casi ininteligible, alguno incluso cambia la voz:    “está ocupado”.
      Para mí está claro que ese instante es lo más personal que alguien puede tener. Y compartirlo con otra persona: pareja o amigo, es la mayor prueba de confianza que se puede ofrecer. Yo sólo he podido cagar en presencia de dos personas en mi vida: Mi mejor amigo, el cual aún conservo aunque ya no caguemos juntos, y mi esposa.
Pensadlo bien. ¿No estoy en lo cierto? ¿No habéis llegado con nadie a ese punto de relación personal? Si no lo habéis hecho, perdonad que os diga que no conocéis el verdadero amor, ni la auténtica amistad con mayúsculas. 
¿Ni siquiera habéis pasado por el estado previo, que es tirarse pedos juntos? Pero no en grupo, que eso ya es mofa, sino en la intimidad de exactamente dos personas. Sólo dos.
Yo tenía ese punto de sintonía con mi mujer. Éramos enormemente felices y podía hacer en su compañía absolutamente todo lo que podía hacer yo sólo. Incluso cagar.
El sexo es más superficial. Uno puede acostarse con alguien en la primera cita incluso, pero amigos míos, lo de estar juntos mientras uno hace aguas mayores es harina de otro costal. Se necesita mucho tiempo y mucha afinidad para eso. Y yo la tenía. Justo hasta aquel día en que ella me negó la entrada al baño.
Nuestras relaciones sexuales siguieron siendo satisfactorias durante meses, pero aquella grieta se abrió paso y esa púdica timidez va destruyéndonos poco a poco. Hoy me aborda la desconfianza, la aparición del fantasma de la infidelidad, el distanciamiento,… Todo se fraguó en aquella “cagada interruptus”, que está mandando a la mierda nuestro matrimonio.  Aquél día, el amor comenzó a irse por la taza del váter cuando mi mujer tiró de la cadena, mientras yo esperaba fuera para entrar en el baño.

(Voz de mujer): - Cariño, no hay papel. ¿Puedes acercarme un rollo?

       Perdonadme, mi esposa me reclama  -  ¡Ahora voy! 

(Voz de mujer) : ¡Pero entra, cielo!  ¡Pareces tonto!

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. ¡Gracias! Miss Lund. Lo cierto es que no había escrito ninguno en esta clave de "humor", o de "desesperación", según se mire.

      Eliminar