martes, 7 de enero de 2014

Indecisión


Maridaje musical: "Chasing Sheep is Best Left to Shepherds" (Michael Nyman)




-       ¡Tienes que hacerlo Jorge!, ¡Tienes que hacerlo! ¡Es la única posibilidad! Yo no puedo. El dolor me dejaría sin sentido.

Jorge la miraba aterrado, con el serrucho en las manos empuñado como si sostuviese una recortada apuntando directamente hacia la pierna de su hermana gemela. 

El calor era casi insoportable. El fuego lamía el capó del automóvil; amenazante. Parecía ralentizar su camino, recreándose en la situación; en un macabro amago de avance que no terminaba de producirse. 

Había tratado de liberar su pie de todas las maneras a su alcance, sin ningún éxito. El frontal del coche había atrapado firmemente la extremidad tras el impacto contra el muro, asiéndola como una quijada metálica. Entonces, ella le recordó que llevaban  un serrucho en el maletero.

-       ¿Por qué tenía que haber un serrucho allí? ¿Por qué…? – se lamentó en silencio.

-       ¡Jorge!, ¡Tienes que ser valiente! Por favor, ¡Córtame la pierna! No hay otra opción. Lo haría yo misma si pudiera pero no aguantaría el dolor sin desmayarme. ¡Jorge por dios te lo pido! Ya noto cómo se me queman los dedos.

Colocó los dientes de la sierra sobre la tibia de su hermana. Inició con la mente una y otra vez la maniobra; dio orden a su brazo para que comenzase a serrar, jaleado por los susurros de las llamas en su crepitar, que constituían a la par infernales coros para los gritos de ella. Sus piernas reaccionaron antes que su mano, poniendo tierra de por medio ante el calor inaguantable.

Estridencia de cristales que explotan; olor a carne quemada; Horribles alaridos de mujer que cesaron de forma aún más estruendosa. Luego, un tenue viento caliente que emanaba de un ardiente ballet, cuya danza mortal devoraba un Mercedes con otra Mercedes en su interior, le acarició la cara. Él, inmóvil y ausente, contemplaba el cuadro con el serrucho en la mano. 

En los días siguientes, todos le repetirían hasta la saciedad que Mercedes estaba condenada, pero él sabía muy bien que aquella herramienta había cometido un doble crimen por omisión. Con su sola presencia, fue el arma homicida que le quitó a su hermana, arrebatándole simultáneamente su propia vida sin siquiera provocarle la muerte, en el más cruel de los asesinatos.

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