Maridaje musical: "Chasing Sheep is Best Left to Shepherds" (Michael Nyman)
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¡Tienes que hacerlo Jorge!, ¡Tienes que hacerlo!
¡Es la única posibilidad! Yo no puedo. El dolor me dejaría sin sentido.
Jorge la
miraba aterrado, con el serrucho en las manos empuñado como si sostuviese una
recortada apuntando directamente hacia la pierna de su hermana gemela.
El calor era
casi insoportable. El fuego lamía el capó del automóvil; amenazante. Parecía
ralentizar su camino, recreándose en la situación; en un macabro amago de avance
que no terminaba de producirse.
Había tratado
de liberar su pie de todas las maneras a su alcance, sin ningún éxito. El
frontal del coche había atrapado firmemente la extremidad tras el impacto
contra el muro, asiéndola como una quijada metálica. Entonces, ella le recordó
que llevaban un serrucho en el maletero.
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¿Por qué tenía que haber un serrucho allí? ¿Por
qué…? – se lamentó en silencio.
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¡Jorge!, ¡Tienes que ser valiente! Por favor,
¡Córtame la pierna! No hay otra opción. Lo haría yo misma si pudiera pero no
aguantaría el dolor sin desmayarme. ¡Jorge por dios te lo pido! Ya noto cómo se
me queman los dedos.
Colocó los
dientes de la sierra sobre la tibia de su hermana. Inició con la mente una y
otra vez la maniobra; dio orden a su brazo para que comenzase a serrar, jaleado
por los susurros de las llamas en su crepitar, que constituían a la par
infernales coros para los gritos de ella. Sus piernas reaccionaron antes que su
mano, poniendo tierra de por medio ante el calor inaguantable.
Estridencia de
cristales que explotan; olor a carne quemada; Horribles alaridos de mujer que
cesaron de forma aún más estruendosa. Luego, un tenue viento caliente que
emanaba de un ardiente ballet, cuya danza mortal devoraba un Mercedes con otra
Mercedes en su interior, le acarició la cara. Él, inmóvil y ausente,
contemplaba el cuadro con el serrucho en la mano.
En los días
siguientes, todos le repetirían hasta la saciedad que Mercedes estaba
condenada, pero él sabía muy bien que aquella herramienta había cometido un
doble crimen por omisión. Con su sola presencia, fue el arma homicida que le
quitó a su hermana, arrebatándole simultáneamente su propia vida sin siquiera provocarle
la muerte, en el más cruel de los asesinatos.
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