Desde su posición podía ver el
café en el que había concertado la cita que suponía la confirmación de que su
vida sentimental navegaba a la deriva. La rutina y la falta de diálogo habían
convertido su matrimonio en una convivencia entre dos amigos que simplemente
comparten piso.
Tres meses
atrás, como mera curiosidad, inició una conversación en un chat con una
desconocida. Lo que comenzó como algo pasajero y excepcional, se fue
convirtiendo en imprescindible y cada día dedicaba más tiempo a confesarse con
ella. Ambos descubrieron que tenían muchas cosas en común y poco a poco
sintieron que se encontraban ante su alma gemela. Las reglas eran claras: sólo
compartirían charlas reconfortantes y se lamerían mutuamente las heridas; nada
de datos personales ni intercambio de fotografías. Transitaban por un terreno
peligroso y, como no podía ser de otra forma, surgió una tibia necesidad de
conocerse en persona que pronto se hizo irresistible.
Ahora, mientras
se acerca a la puerta de la cafetería, es consciente del decisivo paso que está
a punto de dar; siente vértigo y debe sentarse en un banco próximo. Emplea más
de media hora para hacer balance y finalmente toma una decisión irrevocable. Saca el móvil
del bolsillo de su chaqueta y marca un número. Al mismo tiempo, dentro del
establecimiento, una bella mujer recoge su bolso y paga la consumición,
convencida de que su desconocido pero cercano amigo no acudirá a la cita. No
parece muy desilusionada; está vacunada contra las decepciones… Cuando se
dispone a salir recibe una llamada.
-
Cariño, hoy comemos por ahí. ¿Qué te parece si
nos tomamos el resto del día para nosotros? ¿Puedes estar en una hora en “Casa
Murias” para tomar un vino?
-
Por supuesto… amor. Allí nos vemos
Sus labios
dibujan una sonrisa esperanzadora.
Mientras ambos se dirigen al punto de
encuentro, sienten una nítida chispa que estremece sus corazones. Durante el
trayecto que recorren de manera paralela y simultánea, no pueden evitar pensar
cómo habrían evolucionado sus vidas si se hubiese producido la entrevista
con su “otra” media naranja. Por
separado, pero de forma sincronizada, se imponen la misma tarea: “En cuanto
llegue a casa, tengo que borrar mi cuenta de chat…”
No hay comentarios:
Publicar un comentario