viernes, 3 de agosto de 2012

Cita a ciegas

Maridaje musical: "Now we are free" (Lisa Gerrard) Enlace Youtube



Habían convenido en encontrarse en un área de servicio a medio camino entre sus ciudades de procedencia. Aunque no era el lugar más adecuado para una primera cita, les pareció original y gracioso. Llevaban casi dos meses en contacto virtual, merced a una de las más conocidas plataformas sociales que residen en la red. Por expreso deseo de ambos, no se produjo ningún tipo de intercambio de fotos, no revelaron datos familiares que pudiesen aportar pistas sobre su condición social y ninguno escuchó siquiera la voz del otro. Tan sólo habían conversado sobre cuestiones personales: gustos, opiniones, aficiones,… 

Decidieron que ya era el momento de conocerse físicamente; de mostrar sus respectivos tonos de voz; en definitiva de poner imagen y sonido a esa atractiva personalidad que fluía a través de una pantalla de ordenador. Faltaban apenas veinte minutos para que se produjese el esperado encuentro. ¿Puede alguien enamorarse verdaderamente de otra persona si se eliminan de manera parcial o total los cinco sentidos? En este caso tan sólo la lectura de las conversaciones mantenidas a base de pulsos de teclado había obrado el milagro.

Sumido en sus propios pensamientos tratando de adivinar cómo sería ese instante visual, auditivo, táctil e incluso olfativo, Alberto no reparó en que se había pasado la salida de la autopista que daba acceso al lugar de la cita. Cuando se percató de su despiste ya llevaba engullidos casi una decena de kilómetros que debía desandar. Temiendo no llegar a tiempo para contemplar el presumible amor de su vida, realizó un cambio de sentido en la primera oportunidad que se le presentó y emprendió el retorno a gran velocidad. Un inesperado rayo de sol que impactó en su cara como un láser disparado por una nube hizo que iniciara un volantazo mientras realizaba un adelantamiento. El intento de corrección de la peligrosa maniobra a la vez que pisaba a fondo el pedal del freno trajo como consecuencia la pérdida del control del vehículo.

 El accidente colapsó la autopista. Policías, bomberos y sanitarios acudieron al lugar rápidamente. Mientras los primeros trataban de restablecer el tráfico, los segundos aplicaban sus herramientas con precisión quirúrgica para excarcelar los cuerpos de los dos coches implicados en el siniestro. Una vez concluida tan delicada tarea dos hombres jóvenes fueron introducidos en estado crítico en la Uvi móvil. Bajo un estruendo de sirenas que ponía banda sonora a la frenética actividad que se desarrollaba en el pequeño habitáculo, Alberto tuvo un instante de lucidez que aprovechó para pronunciar, quizá como despedida, el nombre del ser que proporcionó sentido a su vida en los últimos meses.

-          ¡Alejandro!

De la camilla contigua le llegó como contestación una pregunta que eclipsó todos los sonidos que hasta ese momento dominaban el ambiente. Con un pequeño hilo de vida su “pareja” de viaje formuló una última cuestión que no era necesario responder. 

-          ¿Alberto?

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